Tener a cargo a una persona que atraviesa una enfermedad puede generar cierta satisfacción personal, ya que se descubren cualidades y aptitudes que estaban ocultas, pero, por otro lado, los esfuerzos, la dedicación y las renuncias a las actividades cotidianas como el trabajo, pueden afectar poco a poco al cuidador directo suponiendo un impacto emocional muy fuerte, por eso se pueden llegar a presentar problemas de salud debido a la presión psicológica que llevan.
Teniendo en cuenta esto, al tener como responsabilidad el cuidado de una persona que padece una enfermedad hay que hacer frente a varias cosas, principalmente se tienen metas en tres aspectos principales:
Cuidado de la salud: Monitorear constantemente los síntomas y signos del paciente, aliviar el dolor y evitar el retroceso en el tratamiento médico.
Psicosociales: Acompañar y ayudar al paciente en el afrontamiento a la enfermedad, evitar que se aísle y servir con aprecio.
Económicas: Al tener un incremento en los gastos médicos, ya sean terapias, consultas o medicamentos, se debe hacer una búsqueda de recursos económicos que permitan un mejor avance del paciente.
Sin embargo, a veces la situación puede enfocarse solamente en las necesidades del individuo enfermo y en el cumplimiento de las metas propuestas anteriormente, olvidando así el bienestar del cuidador directo. Por eso, es importante tener en cuenta varios aspectos que involucren la salud tanto física como psicológica del familiar que permanece junto al paciente, la idea está en “cuidarse para cuidar mejor”.
Es importante que el cuidador se permita sentir a sí mismo que necesita ayuda, no todas las labores pueden estar a cargo de él siempre, por eso, tiene que ser capaz de pedir ayuda reconociendo que esto no es un signo de debilidad, sino una necesidad para evitar sobrecargarse, por otro lado, la familia debe apoyar en la toma de decisiones y no dejarle la tarea a una sola persona, el trabajo en equipo familiar o con el personal de salud cumple un rol muy importante, hay que permitirle expresar los sentimientos y las inquietudes; Seguido a esto, llevar un estilo de vida saludable aporta positivamente al proceso, también se tienen en cuenta demás aspectos como: aprender a sentirse bien, aliviar la tristeza, la depresión y en general todas las emociones negativas que se presenten, buscar un grupo de apoyo con personas o familias que estén atravesando una situación similar, tener una rutina de ejercicio, dormir las horas necesarias y finalmente, encontrar el valor espiritual para mantener la fuerza al pasar por situaciones difíciles.
Siguiendo estos tips, se puede contribuir al bienestar tanto de la persona enferma como de su cuidador, ya que se tiene en cuenta el bienestar en conjunto, lo que hará posible un cuidado positivo y por mucho tiempo.
Ortiz, L. (2000). El cuidado del cuidador que afronta enfermedades crónicas. Cuidado y práctica de enfermería: Universidad Nacional de Colombia.
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